Alejandra Escribe Aquí | Creatividad cotidiana

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Antes me costaba demasiado empezar a ser productiva en las mañanas, me sentía abrumada porque dejaba mil pestañas abiertas por leer, tenía una montaña enorme de papeles, estaba el cuaderno abierto y los resúmenes por todas partes porque a mi gata le encanta hacer fiesta encima de mi escritorio en las noches.

Pensaba que nunca iba a acabar toooodo lo que tenía que hacer, y solía encontrar excusas y así se me iba todo el tiempo. Que tenía hambre, sueño, que Milagros me maullaba entonces debía darle comida o jugar con ella.


Pero he descubierto, desarrollado y mejorado una rutina que me ayuda a sobrevivir y sobreponerme. Y ahora gracias a ella puedo empezar a hacer lo que debo sin que me cueste trabajo y lo mejor es que me toma 5 minutos.

Hoy voy a compartirte mi fórmula secreta porque estoy casi segura que eso no solo me pasaba a mí (porfa dime que no estoy sola en esto) así que aquí vamos.

Empecemos...


Mi secreto es que la rutina que implemento no la hago en la mañana del día siguiente sino en la noche del día anterior.

Es decir, son 5 minutos adicionales de la rutina de estudio/trabajo/dibujo/investigación en la que esté trabajando en ese momento.



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Dejar las cosas listas para el día siguiente es lo que me permite empezar al día siguiente sin excusas ni agobios y además descansar sin estrés por lo que será o haré mañana.

Me gusta mucho pensar que le hago la vida más fácil a la Alejandra del futuro, y al otro día efectivamente le agradezco la calma y el orden a la Alejandra del pasado.

La rutina involucra los siguientes aspectos sin que se cumpla un orden específico:



Crear orden en el espacio

Uno va aprendiendo a conocerse, yo por ejemplo ya sé que mi mente se vuelve un caos cuando el espacio físico en el que trabajo está desordenado. Entonces lo primero es hago es organizar ese espacio: limpiar basuras, botar papeles, guardar o recopilar en un mismo lugar notas, bocetos, cuadernos, guardar lápices en cartucheras, juntar todos los marcadores y dejarlos en un mismo lugar.

El objetivo es lograr dejar todo en el lugar que estaba cuando empecé a trabajar para evitar que al día siguiente pierda tiempo y procrastine organizando o que me distraiga buscando cosas que no se ven entre el caos.



Actualizar Asana

Si no sabes qué es asana, es mi gestor de tareas favorito del mundo mundial.

Ahí tengo todas las tareas y pendientes de mi día a día.



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Siempre antes de terminar mi jornada de estudio o trabajo actualizo Asana, miro qué cosas cumplí, qué logros conseguí, que tareas terminé y qué cosas aún debo seguir desarrollando.

Actualizar esa información me sirve tanto para cumplir efectivamente con el método GTD (que te dejé el link más arriba si quieres saber qué es) como para hacerme una idea de qué tengo pendiente al día siguiente y así saber qué debo dejar a la mano, qué puedo guardar, en qué idea puedo pensar antes de dormirme y cositas así.



Empacar materiales/libros/cuadernos

Yo por naturaleza soy torpe pero en las mañanas o en madrugadas que debo alistarme para clase y aún ni ha salido el sol ¡soy peor! y además de torpe soy zombie y el cerebro no me responde.

Entonces después de algunos desaciertos y olvidos aprendí que para mí es esencial empacar las cosas que sé que necesito para el día siguiente desde la noche anterior.

Este paso también funciona para la ropa (aunque con el clima como está casi siempre toca cambiar algo porque si llueve en la noche sé que al otro día hará un calor infernar y al revés), para los cuadernos, tareas, libros para leer en el trayecto o devolver a la biblioteca y audífonos.

Porque un día sin audífonos y sin música es un día infeliz.



Como puedes ver es una rutina increíblemente fácil y sencilla de implentar, si te cuesta empezar a crear hábitos puedes ir adoptando uno a uno, y no intentar manejarlos todos de golpe, pero te lo comparto porque a mí de verdad me ha hecho la vida infinitamente más fácil.

Piénsalo.
A todas nos cae bien mejorar nuestro rendimiento a la hora de estudiar o trabajar.


Gracias por leer.

Hasta la próxima,

Un abrazo.


- Alejandra.



Derechos de autor: Foto por John Forson desde Unsplash

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Hay una cosa que no voy a negar jamás y es que hay días de días para los procesos creativos.

Días en los que mis ganas de crear más que ganas son más una necesidad, días en los que tengo mil ideas pero ninguna florece, días en los que no tengo ideas, días en los que no quiero ni existir y si logro dibujar es un poco un salvavidas.

Tengo también días de optimismo puro y duro donde puedo imaginar un futuro exitoso y feliz al lado del dibujo y la ilustración, y días en los que pienso que llegará un momento en el que me voy a estrellar mortalmente con la vida y tendré que dedicarme, sin que haya otra opción, a todo lo que no quisiera hacer.

Hay días en los que sé exactamente qué quiero hacer y entonces dibujo en caliente, con la emoción a flor de piel, también hay días en los que reviso mi sketchbook y revivo ideas previas que he tenido y hay días en los que lucho conmigo y con el mundo porque no logro darle forma a lo que quiero o peor, ni siquiera sé qué quiero.

De todos esos días, mis favoritos son los días en los que dibujo en caliente. Me gusta sentir algo y si puedo llevarlo a un dibujo en ese preciso instante siento que queda impregnado con ese sentir, y transmite justo lo que quiero transmitir. Es como si naciese y mantuviese con vida la sensación que tuve al hacerlo, es como si se quedara incluso con un poquito de mí.

Cuando lo hago en un sketchbook por no perder la idea o lo escribo en algún lado y luego lo retomo, el sentimiento se esfuma y yo ya no me siento satisfecha con el resultado.

Pero lastimosamente por mi constante ocupación esos días no son los más comunes en mi cotidianidad, entonces lo que les contaré será sobre mi proceso creativo general al dibujar, el que creo que podría interesarte o podría serte útil por si quieres una guía para intentar darle forma al tuyo propio.

Repito algo que mencioné en mi entrada anterior sobre mi proceso creativo al bloguear porque aquí tiene la misma relevancia: no soy muy fan de estructurar los procesos creativos porque son cambiantes, mutables y variables entre persona y persona, pero te voy a presentar mi proceso así para te hagas una idea de cómo trabajo.

Pero como te expliqué arriba recuerda que no siempre es igual, y que está bien si a ti te funciona otra forma, si tienes otro orden o no tienes orden.

Eso es lo bonito de la vida y la creatividad, la diversidad en las formas de ser, hacer y crear.


La acción de dibujar en mí es completamente visceral.


No puedo ser rígida con ello, ni me funciona estructurarme, planear, crear un calendario de creación o publicación. No, no puedo. Eso mata completamente mis ideas, mis ganas de crear, mi creatividad y mi motivación.

De hecho ese era uno de mis miedos antes de comenzar a estudiar diseño. No quería que la creación se volviera algo demasiado protocolario, y no quería reducir la creación a pasos y reglas.

Afortunadamente he aprendido a separar los proyectos personales de los académicos y puedo hacer los académicos de forma "formal" y los personales de forma visceral, emocional, sentimental.

Ahora sí, te detallo el proceso.

Empecemos...




1. Nacimiento de la idea

Desde que empecé a publicar dibujitos y cosas en Instagram me suelen preguntar de dónde saco las ideas o cómo "me inspiro" y mi respuesta siempre es demasiado básica pero sincera: de la vida y la cotidianidad.

De recuerdos, situaciones cotidianas, conversaciones propias, conversaciones ajenas, historias que me cuentan y así.


| Quizá te interesa: Cómo darle forma a tus ideas creativas |


Como te dije más arriba a veces tengo la idea e inmediatamente puedo materializarla, pero otras veces tengo que escribir el tema o la frase para luego darle vida o a veces solo puedo hacer un sketch rápido y luego darle más forma (si es que me acuerdo qué es lo que quería decir jajaja).



2. Rayar, rayar, rayar

Este paso en algunas ocasiones me genera muchos conflictos, y con "en algunas ocasiones" me refiero a las veces que sé qué quiero trasmitir pero no encuentro cómo.

Entonces tengo que rayar y rayar y rayar. Buscar qué elementos usar, qué formas, si es mejor usar color, si no. 

Paso como por una pelea interna porque además me cuesta un montón decidirme. Por eso es que te digo que prefiero las veces en las que todo sale de una y puedo hacerlo todo inmediatamente, porque no me creo conflictos y soy facilista feliz.

Pero la vida no es siempre tan bonita con nosotros los artistas/dibujantes/creadores.

Yo los sketches los suelo hacer con lápiz rojo, porque tengo un problema personal con los lápices de grafito, y es que detesto que el grafito sea tan escandaloso y se riegue por toda la hoja.


El lápiz rojo es decente y suficiente. Es pigmentado, se ve, pueden crear capas, aumentarse el tono, crear detalles ¡Y NO HACE ESCÁNDALO CON SU MINA! Entonces lo amo.



3. Hacer cambios

Cuando hago sketches rápidos de las ideas a veces al volver a revisarlos los odio y quiero tirarlos a la basura o no me convencen.

Si estoy de buenos ánimos me propongo tomar decisiones para mejorar la composición. Entonces qué tal si subo esto, bajo esto, reemplazo esto por esto, y así.


Este punto suelo detestarlo, de verdad me desmotiva un montón porque ya no siento lo que sentí en el momento que lo hice y me da rabia no haberlo podido hacer tooodo en ese momento, pero la verdad le estoy cogiendo un poco el gusto porque en Diseño esta es la clave: hacer para rehacer, modificar y hasta cambiarlo todo si es necesario.

Estoy aprendiendo que mientras más metamorfosis tenga la idea y más conciencia se tenga a la hora de componer el resultado será mucho mejor.



4. Digitalizar o pasar a limpio

Las ideas que me encantan o aquellas a las que después de acribillar decido darles vida logran existir por este paso: cuando pongo manos a la obra y le doy a todo orden, líneas firmes, contornos, forma, color, textura, texto y sentido.

A veces su formato es digital y a veces es análogo.

Cuando voy a digitalizar algo, lo escanéo caseramente (o sea, le tomo una foto con el celular) al dibujo en lápiz rojo y en photoshop lo entinto oooooo si el dibujo siempre fue digital pues creo otra capa encima del sketch y ya hago líneas más firmes, adiciono detalles, color y ese tipo de cosas.


5. Categorizarlo

Con categorizarlo me refiero a "lo publico o no".

Y esta es otra lucha interna que tengo. Aún me cuesta un monton entender y distinguir cuando creo por que yo quiero y cuando creo porque siento una ansiedad y una presión virtual que no existe y yo me la auto-impongo PERO me hace pensar que esperan algo de mí y que si no publico van a dejar de valorar mi trabajo.

Es un asco, decir eso suena tonto, se ve tonto y se lee tonto pero no lo es, luchar con eso es más duro de lo que parece.

Pero bueno, no deja de ser un paso en el proceso. Decidir si publicarlo o no. Evaluar si dice lo que quiero decir, o si no me convence y mejor lo dejo secreto para mí solita, si me gusta tanto que sí o sí debe salir a la luz pública o si lo dejo en reposo a ver si algún día lo mejoro y vuelvo a amarlo.


Así podría resumirse mi proceso creativo para dibujar.

Quiero que veas que no todo es color de rosa, que a veces al contrario, todo es oscuro y abrumador. El púbico general suele creer que la vida de un artista o alguien que dibuja por pasión es mágica porque hace lo que ama pero ño. No es así.

A veces un proyecto se queda iniciado en el paso 1, en la mitad, o cuando está listo decido que lo odio.

Creo que existe un cementerio de ideas inconclusas en el que hay más muertos injustos que en la vida real, que ya es mucho decir.

Como para mí dibujar es taaaaan visceral y liberador, me genera (como te diste cuenta) muchos dilemas y luchas mentales. Sumado a que creo (equivocadamente) en la maldita necesidad de estar presente en redes, pero bueno, eso es otro tema que abordaré luego.


Gracias por leer, hasta la próxima.

Un abrazo,

  - Alejandra.


Derechos de autor: Foto por Kelly Sikkema desde Unsplash
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Sobre mí

Holi, yo soy Alejandra. Estudiante, nerd, curiosa y creativa con 23 pares de cromosomas y 26 años.

Siempre tengo conmigo un lápiz rojo y una libreta, porque no quiero que mis ideas se vayan para otro lado y sé que suelen aparecer en los momentos más inoportunos.
Por ejemplo,
a las mías les encanta aparecer mientras me baño.

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