Alejandra Escribe Aquí | Estudio & Creatividad

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De nuevo inicio de esta entrada, que es tan nueva como lo fue la anterior en su momento, la de hace casi un año, diciendo "llevo meses sin escribir en este blog, casi 12 para ser exacta".


Pero esta vez no he sentado a escribir esto seis veces, ni he pensado durante horas cómo decir lo que diré y cuándo publicar esto para que tenga "un buen alcance". Sino que, mientras desayunaba hace 10 minutos más o menos, tuve esta idea y entonces aplacé toda la agenda y los pendientes de la mañana para sentarme a escribir, porque como ya he dicho, me gusta escribir desde las entrañas y aprovechar los momentos en los que se me dispara la chispa que me motiva a decir lo que diré, porque, si dejo que se apague, pasa lo que pasó el año pasado, el 2020, el misterioso y extraño 2020, u olvido lo que quería decir o me deja de parecer importante o me empiezo a llenar de limitantes que al final desatan que le de click a "guardar borrador" y hasta ahí llegó la cosa.


Ahora, de qué va esto a lo que le digo "La intimidante (pero inevitable) idea del cambio". Trata sobre todo un poquito, desde la vida, que cambia así lo queramos o no (para una muestra, el 2020), los planes, los hábitos, la rutina, la salud, la organización, el futuro. Todo. Y quiero escribirlo, para soltarlo al viento, como terapia personal, quizá en el camino tenga suerte y alguien resuene con ella, pero eso es lo de menos. Quiero poder poner en palabras esta reflexión que me viene causando un peso en los hombros desde hace rato, y que no he podido darle forma, entonces, como no la he aceptado ni la he entendido del todo, no se va. Y la verdad, estoy harta de tener pesos innecesarios.


A ver te cuento más...


Siempre había sido alguien a quien le costaba bastante adaptarse a los cambios, me gustaba que todo fuera de una única forma, seguro, claro, evidente. E S T Á T I C O. Eso me hacía pensar que tenía el control; de mi vida, de mis cosas, de mis actividades, de mi futuro. Por eso tuve esa obsesión con la organización, los horarios, los planes, las rutinas, que me llevó a comenzar este blog, y por eso lo escribí constantemente hasta que, descubrirme envuelta en medio de todo eso y mirarme desde afuera me hizo descubrir que estaba siendo todo menos la persona que quería ser, que hacía todo lo que tenía que hacer pero poco de lo que quería hacer, porque estaba demasiado preocupada en cumplir con lo obligatorio, que había entrado a esa secta sin nombre, ley o dirección por la que había reducido mi valor personal a la productividad. 
Ese es, el mal del siglo.

La razón por la que este espacio comenzó, fue la misma razón por la que casi termina.

No quería seguir alimentado ni en mí ni en otras, esa terrible opción que fomenta el control ficticio de la vida que no es ni será de una sola forma, y que no sigue ni seguirá un solo camino.

Pero regresé, y ahora pienso y enfrento diferente el tema de la productividad.

Ha sido un proceso que me sacudió desde hace un año que escribí la entrada de "La errónea idea de la productividad personal", pero comenzó en forma después de 6 meses del 2020, de marzo a septiembre, en los que no tuve ninguna obligación, tarea o pendiente por hacer y entonces me quedé sin piso. Meses en los que estuve a total merced de mí misma para hacer o no hacer algo, meses en los que descubrí la mala relación que tenía por cumplir todo a cabalidad y la poca flexibilidad y apertura al cambio que había alimentado por años.

He entendido que la vida no es una carrera, sino un camino y un P R O C E S O, que nos lleva a algún lado, a cualquiera, no tenemos que saber a cuál ni a dónde, por eso no tenemos que planearlo compulsivamente, y por eso no podemos controlarlo.

Volví porque ahora quiero demostrarme que salí de ese agujero negro, y en el proceso de demostrármelo quiero crear un espacio que pueda ayudar a otros a descubrirlo, a valorar y aceptar la intimidante (pero inevitable, importante y necesaria) idea del cambio. En un inicio no es fácil, como todos los caminos de "desintoxicación". Yo sé que suena extraño decirlo así, y lo que menos quiero es salir de una secta para entrar a otra jajajajaja o hacerte pensar que el desorden es la solución a todo, porque no, nada es de extremos. Pero la productividad puede volverse una adicción, como cualquier otra, y el camino para retroceder de esa obsesión y reenrutarse a algo más saludable mentalmente es necesario.

Sé que parece mentira, pero hay vida más allá de establecer horarios cuadriculados, rutinas inamovibles y hábitos que están lejos de ayudarnos a ser mejores, porque realmente nos limitan a poder ser lo que queremos ser y hacer lo que queremos hacer.


Un abrazo.

- Alejandra.



Créditos: Foto de portada por Tanner Larson desde Unsplash. Edición propia.
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Llevo meses sin escribir en este blog, cuatro para ser exacta.

Y me he sentado a escribir esta entrada muchas veces, seis para ser exacta.

Han pasado muchas cosas que han entorpecido mi existencia virtual aquí pero hay una que engloba una gran cantidad de ellas: la idea de ser productiva deterioró seriamente mi salud mental y tuve que alejarme para buscar recuperarme.

Me devolveré en el tiempo para contextualizarte sobre qué pasó y cómo finalmente todo ese caos hizo que explotara mi ansiedad y me llevó a un estado de inestabilidad terrible del que apenas estoy logrando salir.

¡Ah! y quiero hacer una aclaración: comparto esto para generar consciencia sobre cómo una sociedad que constantemente nos está exigiendo ser y hacer más y más y más puede afectar seriamente nuestra salud mental si nos permitimos contagiarnos de esa errónea idea.

Empecemos...



Toda esta historia empieza hace muchísimos años porque yo siempre había considerado el éxito personal en relación a la productividad y desde pequeña he tenido un nivel de autoexigencia que no es sano, pero para que este escrito no sea demasiado largo voy a acortar y a resumir la historia.

En agosto del 2019 empecé a hacer dos pregrados al mismo tiempo, al principio la carga académica empezó suave, sencilla y manejable pero fue aumentando progresivamente (como era de esperarse) el problema con eso es que yo no estaba preparada para ello.


| Quizá te interese: Qué pienso cuando estoy por comenzar un segundo pregrado.


A medida de que la exigencia académica de ambos pregrados aumentaba, otras cosas cambiaron en el ambiente: el tiempo disponible para crear por crear, para dibujar por mí o para mí se agotó y tuve que comenzar a hacerlo únicamente por obligación, lo cual terminó agotándome a mí también. 

En un inicio era emocionante organizar mi tiempo y cumplir mis horarios, mis pendientes y mis expectativas, todo salía bien, yo respondía y tenía buenos resultados, podía escribir sobre ello aquí y las cosas parecían increíbles, pero hubo un momento en el que la idea (y la obligación mental) de crear y crear y crear ideas me superó.

Empecé a tener ataques de pánico por obligarme constantemente a estar creando, dejé de disfrutar el proceso y me enfoqué exclusivamente en el resultado, eso hizo que se esfumara el gustito que se siente en el fondo del alma cuando uno puede hacer las cosas con calma y amor. Valga la pena aclarar que aunque yo toda la vida he sido supremamente ansiosa jamás había llegado a tener ataques de pánico.

Me di cuenta que las cosas se me habían salido de control y entonces busqué ayuda profesional porque empecé a generar ese miedo a los ataques de pánico que sólo me hacían tener más y más y más, es decir, que en vez de ahuyentarlos los atraía.


Después de un trabajo conjunto entre mi terapeuta y yo hoy acepto, sin vergüenza alguna, que estaba equivocada: tenía una idea preconcebida que estaba completamente errónea sobre la productividad personal.



Me dejé contagiar por el mal de "más es mejor", buscaba poder estudiar dos pregrados, hacer las tareas de ambos, preparar exámenes, desarrollar entregas, estar en Instagram y escribir aquí.

Ahora, solo de leerlo me parece una locura pero en ese entonces era emocionante e incluso adictivo, me sentía bien de "poder con tanto" aunque en realidad no estaba pudiendo ni siquiera conmigo.

Entonces tuve que cortar el problema de raíz. Para volver a encontrarme debía ponerme por encima de todo, yo debía ser mi prioridad durante las 24 horas del día y los 7 días de la semana, por eso desaparecí de todas las redes sociales, incluyendo este blog.


Necesitaba trabajar en mí y para mí, no por ni para nadie más.

Y aquí estoy cuatro meses después escribiendo de nuevo para intentar regresar, regresar a mí manera, eso significa que no habrá promesas de regularidad porque no puedo (ni quiero) recaer en el mismo error.

Es decir que escribiré aquí cuando el alma me lo pida, cuando sienta que tengo algo importante por decir, cuando me levante con ganas que vengan del corazón.

Probablemente el contenido mutará, no quiero seguir fomentando una idea que a mí me destruyó la estabilidad emocional, no quiero alimentar la equivocada idea de que está bien estar ocupadas 24/7 o que hay que ser productivas porque eso es completamente falso.

Vemos mensajes de amor propio y cuidado personal continuamente pero solemos olvidar que los pilares de esto son el autoconocimiento, el descanso, la relajación y el tranquilo caminar.

Por último te recuerdo que:


Ser productiva no es tener tanto por hacer que no tengas cuándo pensar en ti.

Ser productiva no es dejar de lado el descanso.

Ser productiva no es dormir menos.

Ser productiva no es hacer más y más y más.

Ser productiva no es una necesidad, ni un logro, ni una meta.



Gracias por leerme después de tanto tiempo.

Un abrazo.

   -Alejandra.


Derechos de autor: fotografía por Annie Spratt desde Unsplash

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Antes me costaba demasiado empezar a ser productiva en las mañanas, me sentía abrumada porque dejaba mil pestañas abiertas por leer, tenía una montaña enorme de papeles, estaba el cuaderno abierto y los resúmenes por todas partes porque a mi gata le encanta hacer fiesta encima de mi escritorio en las noches.

Pensaba que nunca iba a acabar toooodo lo que tenía que hacer, y solía encontrar excusas y así se me iba todo el tiempo. Que tenía hambre, sueño, que Milagros me maullaba entonces debía darle comida o jugar con ella.


Pero he descubierto, desarrollado y mejorado una rutina que me ayuda a sobrevivir y sobreponerme. Y ahora gracias a ella puedo empezar a hacer lo que debo sin que me cueste trabajo y lo mejor es que me toma 5 minutos.

Hoy voy a compartirte mi fórmula secreta porque estoy casi segura que eso no solo me pasaba a mí (porfa dime que no estoy sola en esto) así que aquí vamos.

Empecemos...


Mi secreto es que la rutina que implemento no la hago en la mañana del día siguiente sino en la noche del día anterior.

Es decir, son 5 minutos adicionales de la rutina de estudio/trabajo/dibujo/investigación en la que esté trabajando en ese momento.



|Quizá te interese: El mejor método de organización - Método GTD |


Dejar las cosas listas para el día siguiente es lo que me permite empezar al día siguiente sin excusas ni agobios y además descansar sin estrés por lo que será o haré mañana.

Me gusta mucho pensar que le hago la vida más fácil a la Alejandra del futuro, y al otro día efectivamente le agradezco la calma y el orden a la Alejandra del pasado.

La rutina involucra los siguientes aspectos sin que se cumpla un orden específico:



Crear orden en el espacio

Uno va aprendiendo a conocerse, yo por ejemplo ya sé que mi mente se vuelve un caos cuando el espacio físico en el que trabajo está desordenado. Entonces lo primero es hago es organizar ese espacio: limpiar basuras, botar papeles, guardar o recopilar en un mismo lugar notas, bocetos, cuadernos, guardar lápices en cartucheras, juntar todos los marcadores y dejarlos en un mismo lugar.

El objetivo es lograr dejar todo en el lugar que estaba cuando empecé a trabajar para evitar que al día siguiente pierda tiempo y procrastine organizando o que me distraiga buscando cosas que no se ven entre el caos.



Actualizar Asana

Si no sabes qué es asana, es mi gestor de tareas favorito del mundo mundial.

Ahí tengo todas las tareas y pendientes de mi día a día.



| Quizá te interese: La herramienta de organización que me cambió la vida |


Siempre antes de terminar mi jornada de estudio o trabajo actualizo Asana, miro qué cosas cumplí, qué logros conseguí, que tareas terminé y qué cosas aún debo seguir desarrollando.

Actualizar esa información me sirve tanto para cumplir efectivamente con el método GTD (que te dejé el link más arriba si quieres saber qué es) como para hacerme una idea de qué tengo pendiente al día siguiente y así saber qué debo dejar a la mano, qué puedo guardar, en qué idea puedo pensar antes de dormirme y cositas así.



Empacar materiales/libros/cuadernos

Yo por naturaleza soy torpe pero en las mañanas o en madrugadas que debo alistarme para clase y aún ni ha salido el sol ¡soy peor! y además de torpe soy zombie y el cerebro no me responde.

Entonces después de algunos desaciertos y olvidos aprendí que para mí es esencial empacar las cosas que sé que necesito para el día siguiente desde la noche anterior.

Este paso también funciona para la ropa (aunque con el clima como está casi siempre toca cambiar algo porque si llueve en la noche sé que al otro día hará un calor infernar y al revés), para los cuadernos, tareas, libros para leer en el trayecto o devolver a la biblioteca y audífonos.

Porque un día sin audífonos y sin música es un día infeliz.



Como puedes ver es una rutina increíblemente fácil y sencilla de implentar, si te cuesta empezar a crear hábitos puedes ir adoptando uno a uno, y no intentar manejarlos todos de golpe, pero te lo comparto porque a mí de verdad me ha hecho la vida infinitamente más fácil.

Piénsalo.
A todas nos cae bien mejorar nuestro rendimiento a la hora de estudiar o trabajar.


Gracias por leer.

Hasta la próxima,

Un abrazo.


- Alejandra.



Derechos de autor: Foto por John Forson desde Unsplash

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Sobre mí

Holi, yo soy Alejandra. Estudiante, nerd, curiosa y creativa con 23 pares de cromosomas y 26 años.

Siempre tengo conmigo un lápiz rojo y una libreta, porque no quiero que mis ideas se vayan para otro lado y sé que suelen aparecer en los momentos más inoportunos.
Por ejemplo,
a las mías les encanta aparecer mientras me baño.

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